En la industria, el termoformado es fundamental para la creación de envases desechables, contenedores, partes no estructurales de vehículos, señalización publicitaria, cubiertas y carcasas de equipos electrónicos. Es común en la fabricación masiva de productos donde la ligereza, el bajo coste y la adaptabilidad resultan claves. Gracias a su flexibilidad, se emplea tanto en la creación de prototipos rápidos como en la producción industrial en serie, permitiendo desarrollar diseños personalizados y adaptarse a las necesidades de cada sector.
Según las necesidades específicas del producto, se pueden seleccionar diferentes materiales termoplásticos como PET, PETG, PS, ABS o polietileno, cada uno aportando características particulares como transparencia, resistencia mecánica o facilidad de reciclaje. Además, existen variantes del proceso, como el termoformado por vacío, por presión o con contramolde, que amplían las posibilidades de aplicación y mejoran la precisión y calidad de las piezas obtenidas.